Hay tantas visiones como centros en los que he trabajado, con políticas que van desde requisar los móviles si asoma por un bolsillo o si suena una notificación y dónde está prohibido usarlo para hacer un Kahoot, hasta centros donde se considera una herramienta que usar en el aula y que educar en su uso.
Y es verdad que estamos empantallados. Los adultos y los alumnos pasamos un montón de horas delante de pantallas y el móvil, por ser portátil y llevarlo en el bolsillo con todas esas apps llamativas con un montón de recompensas vacías nos enganchan, atontan y distraen de nuestras obligaciones y de nuestros propósitos. Esto es una realidad. Lo que no entiendo es cómo estos jóvenes van a aprender a usar de una forma equilibrada sus móviles y sus redes sociales si la escuela no es una fuente de información, acompañamiento y reflexión sobre esta cuestión.
Pienso que prohibir los móviles en las escuelas es un error grave, que simplemente sirve para quitarse las pulgas de encima y evitarse problemas.
La política de centro respecto a este tema que más me ha gustado era la de un centro donde los alumnos podían usar sus móviles para fines personales durante los cambios de clase y durante la hora del patio, pero se llevaban una hoja de incidencia si lo usaban durante una clase y les pillabas. El móvil también se podía usar como herramienta de trabajo en clase con la autorización del profesor. Y los alumnos aceptaban esta normativa sin más problema. No tenían necesidad de arriesgarse a usar el móvil en clase porqué tenían permitido usarlo en distintos momentos del día.
Sin embargo, en este centro, se intentaban desentender de los conflictos que eran consecuencia del uso de las redes por parte de los alumnos. Los acabábamos gestionando, pero la postura de dirección y del claustro era que los conflictos con las redes los tenían que gestionar ellos y/o las famílias, con lo cual puedo estar parcialmente de acuerdo, pero no del todo. Creo que los centros educativos tenemos un papel relevante en la gestión de los conflictos que sucedan entre alumnos, sean presenciales o sean virtuales. Si se pelean fuera del centro, sea a través de las redes o en la extraescolar de futbol, y es suficientemente grave como para que no sepan como solucionarlo solos, habrá que mediarlo en la escuela y darles ejemplo y herramientas para solucionar futuros conflictos. Creo que no deberíamos mirar hacia otro lado y cruzar los dedos para que se solucione solo o para que lo hagan las famílias.
Ayudarles a que solucionen sus conflictos también forma parte de nuestra tarea educativa, y del currículum, al menos el de Cataluña, solamente que en esos contenidos y competencias transversales que pertenecen a todas las materias y a ninguna y acaban lamentablemente omitiéndose. El uno por el otro, y la casa sin barrer.
Además, parece absurdo que no queramos gestionar conflictos, pero que después, cuando les pongamos en grupo esperemos que todo fluya y trabajen cooperativamente, ayudándose como si fueran un equipo consolidado de personas con habilidades sociales desarrolladas. Y si eso sucede y todo lo que se nos ocurre es cambiar a los alumnos de grupo, les estamos enseñando que con evitar los conflictos es suficiente para ir tirando. Y no niego que darse espacio pueda ser positivo cuando el conflicto está muy caliente, pero luego, cuando esté más calmado, hay que afrontarlo, hay que expresar qué le sentó mal a cada uno y hay que aprender a hacerlo con ASERTIVIDAD.
Porque si nadie enseña que hay un estilo comunicativo que está entre la agresividad y la pasividad, y que trata de defender los derechos propios sin herir a los demás, puede que nunca sepan que se pueden vivir los conflictos desde esta perspectiva.
Si quieres saber cómo gestiono algunos conflictos entre alumnos explicándoles asertividad te dejo un vídeo donde hablo de ellos con un ejemplo del típico conflicto en clase: