La vergüenza al ridículo y el miedo al error son los enemigos del aprendizaje

El miedo a equivocarse

Me da rabia cuando la tostada se me cae del lado de la mantequilla, pero me sulfura todavía más cuando un alumno se inhibe de participar por miedo a equivocarse. Parte de nuestra misión va más allá de los contenido para que los jóvenes en formación tomen autonomía y confianza, y sean así capaces de asumir pequeños riesgos, incluyendo equivocaciones en algunas ocasiones, compañeras inevitables de los aprendizajes.

Me ha sorprendido mucho que una alumna no se atreviera a compartir un simple ejercicio por vergüenza. Varias veces le he insistido porqué aunque se mostraba anclada en la inhibición y algo bloqueada, me parecía que podía ayudar que finalmente se atreviera. Como no quería compartirlo me he acercado a ver su hoja, sin embargo, la hoja estaba protegida por sus manos y en blanco. Por un momento he pensado que todo era por no haber hecho los deberes, pero he querido darle la vuelta a la hoja. Me ha costado un poco que soltara la hoja y al darle la vuelta he leído el ejercicio correctamente resuelto.

– ¡Pero si está bien!

– Ah, ¿Sí? – Y por fin ha decidido leer su respuesta ante la clase, no sin cierta timidez, pero con la confianza de no estar diciendo ninguna tontería.

Me alegro por su pequeño pasito y por otro lado me doy cuenta del daño que hace una educación basada en una evaluación acreditativa, cuando la evaluación debería ser la herramienta más potente de ver cómo mejorar el propio desempeño y potenciar el aprendizaje.

La evaluación formativa y la evaluación formadora

Este tipo de evaluación con sus dos variantes, la formativa y la formadora, permiten que los alumnos observen sus propios trabajos y determinen en qué medida cumplen con lo que pretendía la tarea. No solamente eso, sino que parte de esta evaluación reside en tomar decisiones para mejorar la calidad de ese trabajo.

Esta última cualidad de la evaluación formativa y formadora, el hecho de tomar decisiones para mejorar, hacen que sea un requisito indispensable que la actividad de evaluación tenga lugar ANTES de la presentación final de los trabajos, porqué en ella vamos a detectar errores y vamos a decidir cómo los mejoraremos, así que requiere de una nueva oportunidad para mejorar esos errores.

Estas actividades de evaluación durante la realización de proyectos de mayor envergadura es una gran fuente de aprendizaje, no solamente del propio proyecto o de la tarea que se está evaluando, sino del despliegue de habilidades de detección de errores y de ejercitar la mente para imaginar cómo resolver problemas o corregir errores. De este modo, nos sirve para mejorar la tarea que se evalúa, pero también para desarrollar compentencias de 0bservación, evaluación, corrección y autoaprendizaje.

Con este tipo de evaluación, detectar errores pasa de ser algo malo que se debe castigar a algo bueno que nos permite avanzar.

Te dejo a continuación un vídeo dónde desarrollo más el tema de la evaluación formativa y de la evaluación formadora, con explicaciones y ejemplos para implementar en clase.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *